Rodolfo Montes de Oca
Cuando empecé hacer activismo dentro de la Cruz Negra
Anarquista un día me llamo poderosamente la atención que la Federación de CNAs de
la Península Ibérica apoyara a presos pertenecientes al GRAPO, no solo por lo
irreconciliable de nuestras tendencias sino que me parecía mas bochornoso que
se gastara tiempo, energía y esfuerzo en defender a miembros de esa
organización en vez de apoyar a los nuestros. Con el tiempo y por información
cercana, me entere que su apoyo se debía a que por lo general cuando un
compañero caía preso los primeros en brindarle apoyo y seguridad eran los
militantes de dicha organización.
Esto se debe a que dentro de prisión no existen pequeños
grupos de matriz anarquista o afín (con algunas excepciones) que recibieran a
los compañeros hasta que estos se fueran integrando a su nueva realidad. Cuando
se es privado de la libertad, el reo debe acostumbrarse a una serie de normas y
parámetros escritos y no escrito que rigen el espacio y que por lo general son
muy distintos a los del tan mentado pacto social.
Cuando uno visita una prisión de Norteamérica vera que el
establecimiento se encuentra dividido en varias grupos y sectores parcializados
que coexisten en un frágil pacto de no agresión. Entre los múltiples grupos que
podemos nombrar se encuentran los musulmanes, los latinos (divididos en dos
bandas, los del norte y los del sur) los arios y los afroamericanos e inclusive
los “revolucionarios”. En la Penitenciaria de Leavenworth (Kansas) Byron
Chubbuck[1].
Leonard Peltier y miembros del United Freemdom Front (UFF)[2]
se mantienen como una hermandad dentro del penal. No solo para compartir,
hablar o tomar el sorbo de la utopía que les negó esta vida; sino también para
defenderse y protegerse unos con otros.
Pero ¿de que nos serviría esto? La prisión es un lugar
hostil para cualquier persona, sin importar la ubicación geográfica ni los
niveles de desarrollo que tenga. Por lo general el anarquista que entra en las
galeras, se encuentra aislado de los demás prisiones, porque representa una
minoría dentro del submundo penitenciario. Esto genera que se le haga sumamente
difícil poder subsistir en el engranaje. Se encuentran solos ante las
agresiones de los custodios como de sus propios compañeros de patíbulo. Además
de que la soledad es un flagelo difícil de superar. Solamente quebrantable con
nuestra solidaridad externa.
La cárcel no es la culminación de la lucha, sino el comienzo
y un nuevo frente de batalla en la guerra social. Las prisiones deben
consolidarse como centros de tensión con el orden existente; plataformas de
lanzamiento donde se experimenten nuestros principios y postulados ideológicos
básicos. Por consiguiente considero que debemos estimular y fortalecer grupos,
asociaciones, cofradías, comunas y demás modos de agrupación dentro de las
prisiones. Pero quizás el grueso de la labor lo tengan que dar nuestros
compañeros dentro de ellas, ya que son ellos los que conocen mejor la realidad
penitenciaria y los llamados ha ir articulando embriones no solo para convertir
sus grises espacios en plegarias de nuestro credo sino que sirvan para proteger
a los nuestros de todo aquellos que pretenda ensañarse contra ellos.
[1] Indigenista
y activista antiautoritario condenado a 80 años de prisión por asaltar un
banco, con cuyo dinero pretendía donar al Ejercito Zapatista de Liberación
Nacional. Escríbele: Byron Shane Chubbuck . #07909-051 US
Penitentiary . PO Box 26030 Beaumont , TX United States 77720. Estados Unidos de Norte América.
[2] Guerrilla
urbana de Norteamérica, fundada por algunos veteranos de la Guerra de Vietnam y
sus familiares y amigos cercanos. Activos durante la década de los ochentas. De
tendencia marxista antiimperialista.
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