Toda obra tuvo un origen y un arquitecto que con finas
palabras y la opulencia literaria de la época justifico su obra magna. La
represión como institución inherente al estado tuvo alguna vez su arquitecto.
Un oscuro médico que a través de la ciencia y el estudio del hombre pretendió
crear un canon del delincuente común y sobre todo una fina justificación para
acabar con la molestia anarquista. Esta
es la historia de Cesar Lombroso y su legado.
El médico de Turín y
sus enseñanzas
Cesar Lombroso pleno auge del positivismo publica su obra -
L’uomo delinquence (1876)- profesor de psiquiatría y de antropología criminal
de Turín (Italia), utilizo las técnicas del método científico especialmente la
estadística, en su teoría de la existencia del tipo criminal, cuyos signos particulares
externos son una serie de estigmas de formantes que evidencian que el criminal
es, en la sociedad “evolucionada”- en realidad seria involucionada- la
supervivencia de factores atávicos que lo equiparan al salvaje primitivo. A
este tipo especial de personas denomina “criminal nato” categoría que
comprende el loco moral y el criminal epiléptico.
La originalidad de este autor es adelantar una hipótesis
explicativa de la delincuencia: el atavismo, es decir, la reaparición
accidental de rasgos ancestrales desaparecidos en el curso de la evolución de
la especie humana. Según su teoría el atavismo se manifiesta por una serie de
estigmas presentes en todo criminal nato y exterioriza tanto en los factores
craneales como en los anatómicos, fisiológicos y mentales. Es con la teoría
lombrosiana, que el criminal comienza a ser considerado como un ente aparte,
como una especie humana particular. Un desgraciado vestigio de antigüedad y un
superviviente de la época prehistórica. Incluso Lombroso nos habla de la “herencia peyorativa” que se traduce en
el traspaso de genes delictivos de una generación a otra. Ergo; delincuente
será el hijo del delincuente y anarquista será el hijo del anarquista; cuestión
bien improbable e incluso rara de ver –aunque en los círculos anarquistas, se
pudieron apreciar padre e hijos anarquistas, por lo general, esto no se
trasmitía a los nietos con la excepción de algunos casos- De este modo, la
biología criminal, al explicar al individuo criminal con datos relativos al
individuo detenido o condenado, crea un estereotipo del delincuente, basado en
la patología. Y ya desde este inicio la criminología asimila en su explicación,
al individuo condenado y al delincuente, reproduciendo y fijando el estigma de
la delincuencia solamente en los actos y los individuos sobre los que recae el
interés represor del sistema de control. Sus prejuicios sociales y raciales
estarán influenciados por las teorías darwinianas de la evolución.
Pero el objetivo declaradamente perseguido por Lombroso y
sus discípulos queda enfocado no hacia una organización distinta de la
sociedad, sino hacia la eliminación de la conducta antisocial enfocada en la
peligrosidad que comporta. Con ello se entra de lleno en el estudio
medico-biológico-antropológico del delincuente, con la elaboración de un
concepto médico básico, el de profilaxis criminal, con sus dos aspectos, la
responsabilidad penal y el estado de peligrosidad. A partir de aquí, la pena
privativa de libertad pasa a tener como función la “transformación del hombre”. Ergo, la transformación del rebelde
social, en un individuo sumiso al sistema, en un vulgar proletario. Mientras
que por otra parte, las nociones de castigo y arrepentimiento con sus
implicaciones morales y legales, dejan de ser útiles, siendo reemplazadas por
la noción de “rehabilitación”,
concepto de netas implicaciones médicas. Y que se convierte en el fin último de
la Cárcel. Cosa que a saciedad hemos demostrado como una falacia.
La biología criminal, como fundamento teórico de la nueva
política criminal rehabilitadora, es estimulada e internacionalizada, llegando
a constituir la forma del pensamiento de la elite científica durante una larga
época. La internacionalización de la nueva ideología de control social se
realiza en el papel rector y hegemónico de los Estados Unidos de Norteamérica.
Considerándose durante muchos años como la principal escuela criminológica.
Entre “reos
pasionales” nos vemos
En 1894, Lombroso que ya para la época era toda una
eminencia, publica su obra “Los Anarquistas” texto positivista
encaminado a demostrar el estado neurótico y anormal de los antiautoritarios.
Este nuevo libelo se enmarca en un contexto donde la “propaganda por los hechos” estaba en su mayor apogeo. Luigi Luccheni[1], August Vaillant[2], Emile Henry[3], Santos Caserios[4] y Ravachol[5] fueron sus elementos de estudio, jamás se
examino a Kropotkin, Reclus o el pacifista Tolstoy, sino a los elementos más
violentos del movimiento ácrata. Su obra cargada de subjetivismo, oscurantismo
y racismo, establece a los anarquistas como “reos pasionales” personas altruistas, epilépticas y trastornadas,
capaces de cometer actos abominables, como si se tratara de ogros modernos
capaces de devorar su propia especie. Este texto será la carta magna usada por
la policía mundial para imputar anarquistas y la testa coronada que nos daría a
conocer dentro del ámbito policiaco. El sendero de la anarquía hacia las
mazmorras se empezaba a despejar.
Tiempos Modernos
Las modernas legislaciones contienen medidas de seguridad
que continúan presuponiendo la existencia de personalidades defectuosas de
índole biológica patológica. Por ello la medida de seguridad se aplica al
individuó atendiendo a su anormalidad e implica en su tratamiento la
consideración de carácter irreversible de la anomalía, lo que se traduce en el
carácter totalmente indeterminado de la medida. En España las medidas de
seguridad aparecen en el Código Penal de 1928, de línea correccionalista, y con
posterioridad entran como ley especial en 1933 en la Ley de Vagos y Maleantes, la
cual es sustituida por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social en 1970.
Tanto la Ley como el Reglamento contienen normativas referidas a las
explicaciones biológicas. En Venezuela tuvimos la infame Ley de Vagos y
Maleantes a mediados de los 90´s y que fue anulada por su evidente
inconstitucionalidad. Lo obvio y evidente de todo esto, es lo que las teorías
de Lombroso establecen un derecho penal de autor y no de hechos. Es decir, que
se va a juzgar a un individuo según su peligrosidad social, basándose en la
subjetiva apreciación del juez y no en los actos que este hubiese cometido.
Ergo; no importa que tanto infringiste la ley, si es que la infringiste,
simplemente se te criminaliza, porque tu existencia es considerada nociva por
el estado. Cuando lo justo –no entrare en polémicas sobre nociones tan
desfiguradas como lo justo e injusto- seria que se te juzgase por los delitos
cometidos y no por los que pudiste haber hecho
¿Y a que viene tanta alharaca? Precisamente por el hecho de
que los estados están aplicando las teorías lombrosianas para tranquilizar a
los incontrolados; veamos el ejemplo de Horst Fantazzini y Carlos Tesseri.
Ambos fueron detenidos el 19 de diciembre de 2001 en Bologna (Italia) acusados
del intento de robo a un banco. El arsenal incautado a los expropiadores
consistía en dos cortapapeles, guantes de látex, medias de nailon y dos
bicicletas para la fuga. Como se puede apreciar, bastante inverosímil de
efectuar la confiscación. Pero esto poco importo, ambos sujetos eran notorios facciosos
y anarquistas confesos; el primero era conocido en la subcultura policíaca como
“el bandido gentil”, con un
curriculum vitae de expropiaciones y un intento de fuga a sus espalda, el otro
es una figura reconocida en los círculos extremistas. Ambos fueron imputados no
por el delito, ni siquiera por la supuesta “tentativa”
sino porque eran esos “reos pasionales”
que nos habla Lombroso. Otro ejemplo es el caso de Austin Sherman, el webmaster
de “Raise the first” quien purgo una condena de un año en prisión
por el carácter intransigente de su web, cosa además contradictoria ya que en
EEUU la libertad de culto es una de sus principales divisas. O nos podemos
remontar al famoso “Montaje Marini”
donde Alfredo Maria Bonanno, Constantini Cavallieri y otros teóricos
insurreccionalistas fueron imputados porque el capital de Berlusconi
consideraba demasiado atávicos sus escritos. Lo cierto es, que Lombroso hoy
reposa en los libros pero su idea, aún persiste en los ojos inquisidores del
estado.
Esto demuestra la gravedad de un asunto aún por estudiar, el
carácter subjetivo con que el sistema judicial ve o trata a los anarquistas;
principales contrapoderes del estado. Es lo primordial en este tedioso
artículo. Ver al anarquista como ese maniaco “pone bombas”, es herencia de las teorías lombrosianas. El estado no
comprende y no entiende la organización anarquista ni mucho menos sus luchas,
es por eso que lo toma como una causa perdida de descerebrados. Es por eso el
doble daño causado por Lombroso a nuestra causa, el primero es la etiqueta de
desquiciado que nos puso por medio de ridículos exámenes físicos y segundo el
hecho de juzgarnos por lo que representamos y no por lo que hacemos, a
diferencia de cómo es juzgada la demás personas. En conclusión, Lombroso es el
arquitecto de la Inquisición democrática; de su figura solo heredamos la
justificación burguesa para encarcelarnos.
[1] Italiano, asesino de la
emperatriz Elizabeth von Osterreich-Ungarn de Austria.
[2] Francés, celebre por lanzar una bomba en el Palacio
Legislativo.
[3] Francés, de familia acomodada,
acusado de lanzar una bomba en un café parisino en venganza por la muerte de
Vaillant.
[4] Italiano, acusado de asesinar al presidente francés
Cannot.
[5] Apodo de Francois Claude
Koeningstein, francés que puso varias bombas en casas de jueces que instruían
causas contra anarquistas u obreros.
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