Rodolfo Montes de Oca
Este jueves 16 de mayo, hemos sido
testigos de la ruptura oficial de un mito que adeptos y simpatizantes del
comandante Hugo Chávez han tratado de vender en el mercado de favores en que se
ha convertido el mercado de izquierdas mundial, el de la paz social. Las
prisiones en Venezuela como en el resto del planeta, están atestadas de
personas provenientes de los estratos bajos del complejo entramado social que
coexiste en este territorio. La
Casa de Re-educación y Trabajo Artesanal del Paraíso, mejor
conocida como “La Planta ”
no es la excepción.
Ubicada en una de las principales
arterias viales de esta horrible ciudad, La “Planta” es un monstruo de
concreto que se alza y nos recuerda a todos sus habitantes el destino incierto
de aquellos que deciden ir contra el contrato social, sus agujereadas paredes
han sido testigo y cobijo de infinidad de presos, desde policías, yuppies
vinculados al “terrorismo financiero”, cubanos anticastristas,
delincuentes comunes y hasta algunos encapuchados de los 90´s en sus mal
olientes pasillos ha pasado y convivido de todo.
Este deposito humano y la decidía
que los rodea dio paso a una forma de organización jerarquizada en la cual los
mismos delincuentes no solo explotaban a sus compañeros de reclusión sino que
gestionaban la coexistencia entre ellos; siendo proveedores, señores feudales y
agentes de festejo para el resto de la población recluida, claro esta con una
previa y jugosa indemnización de aquellos que querían disfrutar del banquete.
Esto genero que la prisión se
convirtiera en un gran negocio capitalista, donde todo tenía un precio y valor,
sin darse cuenta los reclusos de la ¨Planta¨ que vivían en el lugar más
costoso de la ciudad, y en algunos casos hasta el más cotizado. Este negocio
capto la atención de las autoridades siempre dispuestas a disputar cualquier
lucroso negocio, sino que también les quemaba la manos, el que la organización
de los presos los terminar desplazando en la gestión de la prisión, así como al
egocentrismo bolivariano como un factor de estabilidad.
Es por ello que el novísimo
Ministerio para Asuntos Penitenciarios decidió ponerle manos al asunto. Ante un
intento de retomar el control de la
Planta , los presos han respondido con fuego. No solo se han
atrincherado en una clara demostración de desafío a la autoridad sino que han
ido más allá y han desatado una guerra de baja intensidad contra el aparato
represivo de la
Quinta República. Aunque nos pronunciamos contra del abuso
empleado por los pranes (jefes del penal) y el empleo abusivo y capitalista de
sus practicas, también entendemos que son un subproducto del sistema y de un
empleo discriminatorio de la renta petrolera. Nuestra solidaridad es con sus
familiares y allegados que sufren a las afueras del penal y contra la prisión
como pena en esta sociedad desigual.
Sin duda alguna con los sucesos de
la “Planta” dejan al descubierto la ficción de la presunta “paz
social” de que se jacta el oficialismo y deja entrever que en tiempos de
falsa igualdad social, todavía se respira el germen de la Guerra Social.
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