Rodolfo Montes de Oca
"Yo
sé que mi hijo está muerto en vida, pero gracias a Dios que no apareció en la
lista de los descuartizados"…
Amanda
Rojas, madre de José Rojas, recluido en Uribana, procesado por el hurto de
cuatro chivas lecheras en la localidad de Los Pilones (Edo. Lara)
El 2007 comienza como un año
mágico para los detentadores del poder, la aplastante victoria sobre sus
contrincantes electorales llena de aire el saturado espacio que detenta la
“revolución” y sus adeptos. Pero el espacio penitenciario no cuenta con los
mismos aires de victoria y de oxigenación del cual se vanagloria la burocracia
chavista, todo lo contrarió el 2007 se estrena con una serie de aberrantes
motines, que simplemente sirven de preludio para comprender los turbulentos
tiempos que se aproximan.
Extrema violencia
El
pasado 2 de enero de 2007, se dio paso al nuevo año en materia
penitenciaria con una riña en el penal de Uribana (Edo. Lara) por el control
del poder dentro de la
Penitenciaría , dejando un saldo de 16 reclusos muertos y más
de trece heridos, según la versión oficial ofrecida en horas del mediodía por
el jefe del Estado Mayor del CORE-4, coronel José Enrique Maldonado Dupuy. De
acuerdo con informaciones obtenidas extraoficialmente, todos los líderes de los
pabellones de mínima, media y máxima fueron asesinados y hasta mutilados en
muchos de los casos, con chuzos, diferentes armas blancas y de fuego. El
suceso, que se inició en la medianoche del lunes, dejó el resultado indicado y
sólo en horas de la mañana se logró el control del penal.
En un primer momento se habló de una granada fragmentaria que habría volado y
habría causado las muertes; sin embargo, esto fue rechazado por el jefe
militar, al señalar que se trató de una riña originada por el control del penal
larense. Entre los reclusos fallecidos se encuentra Wilmer Pastor Martínez,
conocido como "el Minro", quien habría sido sentenciado por la
muerte de la bailarina rusa, hecho sucedido hace algunos años en Barquisimeto.
Como siempre ocurre en estos casos, familiares se apostaron a varios metros de
las puertas de la cárcel, ya que el área fue tomada militarmente, y sólo pasada
la una y media de la tarde conocían oficialmente el nombre de los reclusos
muertos. En la morgue del Hospital Central las escenas de dolor y desesperación
se multiplicaban, mientras las informaciones extraoficiales corrían de boca en
boca de amigos, familiares y hasta curiosos.
Entre las víctimas fatales que dejó la reyerta se encuentran: José Rodríguez;
Edgar Viera; Wilmer Martínez; Anderson Navas; César Peralta; José Martínez; Alí
Otoniel Crespo; Wilmer Alvarez; José Colmenares; Osvaldo Vargas; Hilario
Ramírez; Francisco Escalona; Oscar Pineda; Alberto Macías Alvarez; y Wilmer
Salas. Mientras que entre los heridos están José Ollarves; Mario Alonso
Alvarez; José García; Carlos Blanco; Hermes Rivero; Hernán Flores; Edinson
Bastidas; Jorge Hernández; Wilfer Lucena; Ernesto Mora; Israel Flores; Jesús Alvarado;
Enderson Miguel; Luis González; y Felipe Rodríguez.
Como es de esperarse el milico mayor del CORE-4, se lleno la boca diciendo que
"ya está controlada la situación" aplicando para ello la
reorganización de la cárcel, el traslado de los reclusos implicados en los
crímenes. Designando unos 200 hombres de la Guardia Nacional
para reforzar la vigilancia en las áreas externas del penal, mientras que los
funcionarios del Ministerio de Interior y Justicia trataban de controlar la
zona interna. Además de estas medidas, las “autoridades” decidieron
arbitrariamente el traslado de los implicados a diferentes penales del país;
entre ellos el de Guanare.
Después de la matanza del lunes,
el miércoles 3 de enero, seis de los reclusos trasladados de Uribana a Guanare,
murieron en una riña colectiva. Se rumora que fue un acto de venganza por los
acontecimientos del penal larense. Los asesinados fueron identificados como
Antonio Gerardo Sangronis Mendoza (32); José Francisco Perozo (23); José Manuel
Chirinos Morales (35); Jesús Gabriel Escalona Alvarado; Lucas David Díaz
Alvarado (26) y Antonio Gerardo Torres.
El domingo siete de enero; en el
pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Sabaneta se produjo otra masacre,
cuando varios reos adscritos a esta instancia se enfrentaron con reclusos del
área de reeducación, presuntamente por el control de los espacios. El balance
mortal confrontación fue el de tres muertos y cinco heridos, como dato insólito
uno de los heridos es la joven de 18 años de edad, Dixiana Chacón, residente en
el sector la Matancera ,
aledaño a la cárcel de Sabaneta, recibió un disparo por la espalda de un Fusil
Automático Liviano (FAL) el arma reglamentaria de la Guardia Nacional.
Mientras veía cómodamente la televisión en la sala de su casa.
Los fallecidos en la reyerta de
Sabaneta son: Albenis José González Chourio, de 25 años, alias "Pa'
Gordo" (quien purgaba condena por el delito de homicidio calificado),
Layson Urdaneta González, de 28 años, mejor conocido como "el Gordo
Layson"(preso por homicidio simple frustrado), y Leander José Leal
Atencio, de 26 años, apodado "el Chuky" (por robo de
vehículos).
Extrema Indiferencia
La población venezolana se ha
acostumbrado a vivir con los desastres que se generan en las prisiones, como si
de algo natural se tratara. Pero quizás
lo más odioso de la situación es ver la indiferencia y dejadez con que
los estatistas rojos observan la situación. Empezando por el nuevo y flamante
Ministerio del Interior y Justicia (MIJ), Pedro Carreño, que se abstuvo de confirmar
la información sobre los motines, aunque indicó que la directora general de
custodia y rehabilitación, Fanny Márquez, había viajado a Guanare para conocer
la situación e informo que impulsará la
remodelación de las 25 cárceles del país como si la llegada “milagrosa” de la Directora de Custodia
fuera a detener la violencia entre reos y el absurdo hecho de que “remodelando”
ha una institución caduca y obsoleta que jamás ha cumplido su fin ultimo, fuera
a mejorar la situación carcelaria...
El que si se pronuncio pero
haciendo gala de su cinismo característico fue el Defensor del Pueblo, Germán
Mundaraín, lamentó los hechos de violencia que se han presentado en los dos
centros penitenciarios y la situación general en la que se encuentran las
cárceles venezolanas, porque "empaña los reconocidos avances que
(en materia de derechos humanos) se han producido en otras áreas de la
sociedad". El aberrante descaro con que actúan los personeros del
estado venezolano pareciera ser una condición “sine qua non” para
desempeñar el cargo que les asignen.
Otro en hacer gala de “caradurismo”
fue el director de Sabaneta, Elí Ramón Salgado, el cual agrego que “todo
está normal, lo sucedido anoche fue producto de un enfrentamiento entre
reclusos de máxima seguridad y del denominado "penal". Los
primeros intentaron pasar hacia donde estaban los segundos y éstos los
agredieron y los mataron con armas de fuego.” Como si de animales se
trataran mostrando un claro desprecio a la vida humana de los reclusos.
Como hubiese de esperar la Corte Interamericana
sobre Derechos Humanos, se pronunciaron demostrando su “preocupación” por la
situación carcelaria en Venezuela. Pero como de costumbre simplemente se quedo
en un texto impreso y reproducido a doquier por la prensa burguesa y cuasi-revolucionaria
de este enclave caribeño.
El ciclo mortal
La extrema indiferencia con la
cual las autoridades y la sociedad en general ven la situación penitenciaria
lleva inconmensurable mente a la extrema violencia, como si de un ciclo mortal
se tratara. La inasistencia, la dejadez, la clásica justificación en un estado
donde cualquier arbitrariedad tiene una justificación- valga la redundancia-.
Son de alguna manera los detonantes de estas acciones vandálicas que solamente
beneficia a las “autoridades” penitenciarias; principales instigadoras
en la introducción de armas dentro de las cárceles. “Divide y reinaras”
dice un refrán popular, y esto es lo que se aplica en nuestras prisiones. Para
evitar la fuga y cualquier motín que busque la mejora penitenciaria, las “autoridades”
se encargan de fomentar las riñas entre bandas rivales para que estas se
dediquen a disputarse los “territorios” y de esta manera mantener una tensa calma
dentro de los Centros de Reclusión.
Uribana, Sabaneta y Guanare son
acciones premonitorias de lo que puede seguir ocurriendo. 8 años de
“revolución” bolivariana ha sido equivalente a 8 años de negligencia
penitenciaria; la deuda social con el sector más olvidado de la sociedad
venezolana es inmenso. Ni remodelación de cárceles ni presupuesto para mejorar
los recintos, como anarquistas exigimos la libertad de todos los detenidos y la
sustitución de la prisión por medidas más humanas, que no lleven la carga de la
privación de la libertad. Alejándolos de la sociedad y recluyéndolos detrás de
los barrotes ni se paga el daño cometido ni se rehabilita al individuo, todo lo
contrario se deprava. No se si el “socialismo” se gana peleando como
dicen los maoístas, lo que sí se es que la
libertad se conquista peleando y exigiendo lo justo, desde aquí el
llamado no es solo al movimiento antiautoritario local, sino al genero humano
en general, para que de una vez y por todas poner freno al sistema carcelario.
Organizar para ya, una extensa red de complicidad que denuncie las
arbitrariedades que se suscitan en las prisiones; romper el morboso silencio
del cerco informativo, que se organicen los afines en pequeños grupos que
actúen según sus medios y estrategias a seguir, al margen de cualquier partido
o hábil dirigente que pretenda monopolizar la lucha anticarcelaria, que se
profundice y se estudie el principio abolicionista, todo esto al margen de la
violencia irracional que es la estrategia del estado. Sin más que decir,
esperando con ansiedad el día en que caiga los muros de Jericó, y que la palabra
prisión sea sinónimo de demolición en los diccionarios. ¡¡¡Abajo los muros de
las prisiones!!!
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