"Mi
pregunta es ¿por qué la
Corte Interamericana en los años 80 y 90, en los últimos 20 años,
no se ocupó de un problema que es igual de crudo? Lo que pasa es que aquí siempre
se tapaba el tema de la violencia en las cárceles, sólo cuando había motines se
sacaba a la luz pública. Pero en 2006, que es un año electoral, hay una demanda".
Erling Rojas, Director de Custodia
y Rehabilitación
El
pasado sábado 11 de febrero, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
se pronunció sobre la situación infrahumana
en que viven los presos de la cárcel
“La Pica ”,
ubicada en el estado Monagas, cuya situación fue analizada en una audiencia oral que se realizó en la
sede del Tribunal (Costa Rica) en la que participaron representantes del Estado
venezolano y los beneficiarios de los reos. Dicho instrumento jurídico fue
introducido en el CIDH por el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP)
coordinado por el abogado Humberto Prado. Ay que reconocer que dicha acción en
un principio nos lleno de alegrías, pero que luego analizando la situación
desde un ojo más critico y antiautoritario, nos dimos cuentas, de la verdadera
naturaleza de dicha sentencia. Altamente positivista y poco operativa,
asemejándose a la parodia de querer tapar el sol con un dedo. Aquí les va
nuestra sana crítica.
Entre la burla y la comedia
Quizás
lo más bochornoso de esta tragicomedia ha sido el alto grado de
irresponsabilidad de las autoridades locales. El “peloteo”[1]
entre un sector y otro, clásico de nuestra precoz infancia a denotado la
verdadera naturaleza de los dos sectores en disputa, ni con las positivas
sentencias de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, ni con menudas
reformas impulsadas por la autoridad local se podrá mejorar la realidad
penitenciaria. Mas risa nos da ver la ultima declaración del celebre Director
de Custodia y Rehabilitación, Erling Rojas. “La entrada de 40 médicos cubanos para reforzar el sistema de salud
penitenciario, la incorporación de treinta por ciento de los internos en alguna
de las misiones impulsadas por el Gobierno, una dotación de más de 230
camionetas Land Rover para el parque automotor, un renovado impulso a las
actividades deportivas y culturales y nuevas dotaciones materiales para algunos
de los establecimientos.”[2]
Como podrán entender 40 médicos no es suficiente para atender a una población
de 18.450 reclusos. No es difícil concluir que tanto unos como otros nos ven
cara de payasos. Tampoco compartimos la opinión de Prado, al calificar de que “en la Pica se vive en anarquía” cosa que dudo
muchísimo, ya que si esto fuera cierto, ni una milésima de lo que pasa en este
penal ocurrirían. Es de suponer que es más un arranque de ignorancia que un
comentario serio. La disputa en la Corte Interamericana
se convirtió en una clásica sesión de imputaciones y culpas, ambos sectores se conformaron en echarse la
responsabilidad de la desgracia penitenciaria unos con otros, mientras
esperaban la mágica sentencia del CIDH que todo lo sanaría.
Nuestra propuesta
Antes
de que algún fantoche nos quiera acusar de nihilistas trasnochados o de
impúberes quejones, queremos dejar bien clara nuestra opinión sobre los hechos.
Entendemos y aplaudimos el heroico acto del OVP en denunciar ante el CIDH los
hechos de la Pica ,
pero de igual manera, entendemos que estas medidas jurídicas poco benefician a
mediano y largo plazo a los reclusos, otras dos medidas de igual magnitud se
han decretado tanto en Brasil como en Argentina y no han logrado nada. Los reos
son las únicas fuentes capaces de poner fin a su propio infierno, mientras se
sigan matando unos con otros por rivalidades impuestas desde los núcleos del
poder, como forma de auto-genocidio, mientras sigan tolerando, aupando y
formando parte de las redes de extorsión y chantaje interno, seguirá el
problema. No hay medida, ni mesías ni soluciones mágicas, es menester de cada
uno, cambiar su realidad en sus pequeños espacios de influencia, y con esto no
hacemos llamados a la desobediencia ni a los motines dentro de las cárceles,
nada que ver, como hemos dicho en otras oportunidades, ni queremos ni nos
interesa la violencia, esa es la lógica del capital. Cuando hablamos de
organización nos referimos a que deben ser los presos los primeros en
organizarse seriamente para exigir a las autoridades un trato mas humano, digno
y justo. Ellos y solo ellos son los motores del cambio penitenciario, y
nosotros solo podemos servir como el enlace necesario con los que están detrás
del muro para poder crear un verdadero contrapoder antagónico a los desmanes
penitenciarios y a las atrocidades que hay se comenten. Por eso desde esta
trinchera imprenta, hacemos un llamado a todos los colectivos e
individualidades sensibles a esta problemática para que se organicen y
consoliden, no un poder popular sino un verdadero contrapoder penitenciaria,
que sirva de denuncia y contrainformación
de la realidad carcelaria.
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